Modelo Educativo
Nuestro modelo educativo está basado en el valor del propio esfuerzo para poder lograr cambios significativos en la vida.
Este modelo surgió de nuestra experiencia y fue sistematizado junto con la Fundación Internacional Terre des Hommes y el Centro de Estudios Educativos (CEE).
Contamos con metodología, diagnósticos y evaluaciones necesarias para realizar nuestro trabajo eficientemente.
Se compone de 5 dimensiones:
La vida en casas brinda un espacio para trabajar estructura, normas de convivencia y acompañamiento en procesos personales de cada uno de los los niños, niñas y jóvenes. Contamos con 6 casas para 12 habitantes cada una.
Los chavos son canalizados por instituciones aliadas que han brindado una primera atención. La casa es un espacio de construcción comunitaria donde se asumen responsabilidades y derechos. Las casas están diseñadas para albergar, además, a dos voluntarios y un educador(a) residente.
Todas las niñas, niños y jóvenes asisten a diferentes escuelas en Atlixco, donde encuentran un espacio de estudio y socialización. Nuestro objetivo es lograr una plena inclusión e igualdad de oportunidades de aprendizaje, reforzando la permanencia escolar con estrategias tanto dentro como fuera de la escuela. Para esto, se trabaja en los aspectos de estructura emocional, elección profesional y, finalmente, el de empleabilidad, en el que se les brinda las herramientas para aspirar a un trabajo digno, en el que se respeten sus derechos y ellos asuman responsabilidades y compromisos.
Es importante que las niñas, niños y jóvene entiendan que pueden vivir de una forma honrada y digna, a través del trabajo, al mismo tiempo que despiertan el sentimiento de ser útiles y valiosos. Por eso, contamos con talleres productivos donde desarrollan habilidades y capacidades para la vida.
Entre los talleres contamos con: producción agrícola, de leche de cabra, jabones, carpintería y jardinería. Estos funcionan bajo un esquema en el que los niños y jóvenes participan, comprenden procesos y adquieren habilidades que les servirán para la vida futura.
Creemos que la dimensión de la espiritualidad es muy importante para la transformación de nuestros muchachos, pues posibilita un proceso emocional asertivo y una reconciliación sanadora con su historia. Con esto se pretende ir cerrando los ciclos individuales de los jóvenes: familia, motivo de ingreso, frustración, violencia, autoaceptación, relación con el otro, etc; a la vez que busca una actitud estable en las diferentes etapas de su vida. Los aspectos críticos a trabajar son, entre otras, lo afectivo, lúdico-recreativo, y lo cívico-político.
La última etapa del proceso en Ipoderac, es acompañar a las y los jóvenes para que construyan un proyecto de vida, procurando que egrese a un entorno emancipado para residencia, estudios y/o trabajo. Se brinda un seguimiento por el equipo educativo para apoyar y guiar sus procesos individuales hasta cerrar completamente el apoyo, aunque siempre existirán vínculos de relación. En esta última etapa, las y los jóvenes recopilan los aprendizajes obtenidos en su historia, y se esfuerzan por alcanzar sus sueños de manera autónoma, libre y responsable.